terça-feira, 6 de maio de 2008

Indice la Jornada, martes 6 de mayo de 2008

1- Las pesquisas en el Distrito Federal y Guerrero se habían mantenido en “reserva técnica”
Se investiga a Rogaciano Alva por la muerte de Digna Ochoa

2-
Luis Hernández Navarro
Carlos Monsiváis: elogio del periodismo

3-
Magdalena Gómez
Atenco: la voz de las mujeres

4-
Asalto al PRD

Las pesquisas en el Distrito Federal y Guerrero se habían mantenido en “reserva técnica”
Se investiga a Rogaciano Alva por la muerte de Digna Ochoa


■ Volverá a analizarse la versión de una presunta venganza del líder ganadero contra la activista

■ Piden apoyo a la Procuraduría de Oaxaca para interrogar al ex edil priísta y a un empleado

Alfredo Méndez

Ampliar la imagen Uno de los puestos de revisión instalados por la policía de Guerrero en la carretera Acapulco-Zihuatanejo, luego de las matanzas perpetradas el fin de semana en Iguala y Petatlán, que dejaron 17 muertos Uno de los puestos de revisión instalados por la policía de Guerrero en la carretera Acapulco-Zihuatanejo, luego de las matanzas perpetradas el fin de semana en Iguala y Petatlán, que dejaron 17 muertos Foto: Pedro Pardo / La Jornada Guerrero

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), en colaboración con las autoridades de Guerrero, investiga a Rogaciano Alva Álvarez –ex alcalde del municipio de Petatlán, quien ha sobrevivido a dos atentados perpetrados el pasado fin de semana– como presunto autor intelectual del asesinato de la abogada Digna Ochoa y Plácido.

Desde el 19 de septiembre pasado –según consta en dos querellas presentadas ese día ante el Ministerio Público capitalino por el campesino guerrerense Javier Torres Cruz y por su tío Isaías Torres Rosas, ambas en poder de La Jornada–, el caso del supuesto “suicidio simulado” de la defensora de los derechos humanos dio un vuelco.

Las investigaciones se reabrieron luego de mantenerse en la “reserva técnica” durante seis meses, ya que el procurador capitalino Rodolfo Félix Cárdenas determinó en marzo de 2007 el no ejercicio de la acción penal por no encontrar un presunto responsable del homicidio de la activista.

La Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGJDF investiga la hipótesis que apunta a Rogaciano como presunto responsable de la muerte de Digna Ochoa, ocurrida el 19 de octubre de 2001.

En septiembre pasado Javier e Isaías Torres acudieron a la PGJDF, acompañados por visitadores de las comisiones de derechos humanos de Guerrero y del Distrito Federal.

Ambos confirmaron ante la agente del Ministerio Público Liliana Amezcua Macías, de la Fiscalía Central de Investigación de Homicidios, lo que el 14 de marzo de 2007 Javier Torres declaró a La Jornada Guerrero: Rogaciano ordenó a sus pistoleros Modesto Acosta Ávila, Nicolás Martínez, alias El Cuarterón, y Daniel Bautista, El Mocho, asesinar a Digna Ochoa, y fue Nicolás quien disparó en la cabeza a la abogada.

De inmediato la PGJDF dio inicio a la averiguación previa FCIH/1/T1/0063/07-09, la cual se acumuló a la indagatoria FDCUAUHT/03/USD/04/2576/01-10, iniciada en octubre de 2001, tras la muerte de la abogada.

Fuentes de la PGJDF revelaron que las autoridades capitalinas pidieron la colaboración de la Procuraduría General de Justicia de Oaxaca para tomar declaraciones a Rogaciano Alva y a su empleado Daniel Bautista, ya que Modesto Acosta y Nicolás Martínez fallecieron recientemente.

“Las investigaciones van avanzadas. Hemos encontrado nuevos elementos para seguir investigado; podría ser una cuestión de venganza”, dijo un funcionario de la PGJDF que pidió el anonimato.

Ésta es la segunda ocasión que se investiga a Rogaciano Alva por el caso Digna Ochoa. En la ocasión anterior las autoridades de Guerrero encabezaron las pesquisas.

El 19 de septiembre de 2007 a las 19:35 horas, Javier Torres declaró que la noche del 7 de mayo de 2005 Javier Valle Villa, otro de los pistoleros de Rogaciano Alva, sostuvo que sus compañeros Modesto, Nicolás y Daniel asesinaron a la abogada.   

 “Rogaciano mandó a matar a Digna Ochoa porque ésta le descubrió un aserradero clandestino en el ejido Soledad de la Palma, cerca de la comunidad las Gordureras, que explotaba por medio de los señores Acosta, quienes son originarios de la comunidad de El Carrizal, y actualmente viven en Petatlán”, aseguró Javier ante la agente del MP.

Isaías Torres confirmó lo dicho por su sobrino: “Sé, porque me lo dijo Javier Valle Villa, pistolero de Rogaciano Alva Álvarez, que Rogaciano mandó matar a Digna Ochoa; esta persona nos tiene amenazados a mí y a mi familia, y ha dicho que mandará matar a quien quiera seguir con la investigación”, dijo.

Meses después del inicio de las investigaciones de la PGJDF, el despacho del penalista José Antonio Becerril, contratado por familiares de Digna Ochoa, sostuvo con pruebas periciales que la abogada fue asesinada al menos por un sujeto que durante horas manipuló la escena del crimen para simular que la abogada se había suicidado.
http://www.jornada.unam.mx/2008/05/06/index.php?section=estados&article=032n1est



Luis Hernández Navarro
Carlos Monsiváis: elogio del periodismo


Una tarde de marzo de 1988 se presentó el libro Entrada libre, de Carlos Monsiváis. Cerca de mil 500 personas llegaron a la librería El Sótano de la ciudad de México para presenciar el ritual editorial y rendir homenaje al autor. Centenares de asistentes se quedaron sin entrar a la cafetería, ubicada en un primer piso. Gritando consignas exigieron trasladar la sede de la presentación al estacionamiento. Fueron escuchados. Los comentaristas y el escritor bajaron hasta donde se congregaba la mayoría del público.

El libro fue presentado en la sede alterna ante miles de ojos que seguían atentos las palabras del autor. Estaba fresca la memoria de los sismos de 1985 y soplaba fuerte el aire renovador de la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas. El texto sintetizaba puntualmente las expectativas de cambio que se vivían en esos días y la convicción del papel que la sociedad civil tenía en su promoción. Sus páginas resumían “el espíritu de la época”.

Como sucede con buena parte de sus obras, muchos de los textos que forman parte de Entrada libre fueron en sus orígenes crónicas periodísticas publicadas en revistas, diarios y suplementos culturales, que posteriormente fueron rehechas. No hay en ello novedad: el habitante de la colonia Portales de la ciudad de México es un intelectual que ha hecho del periodismo su medio de expresión principal.

El periodismo es para Monsiváis su modo de vida, su fuente principal de ingresos, su trabajo básico. “Yo creo que el periodismo te permite contemplar la realidad como una interminable, profusa, múltiple telenovela y además novela –afirma–. Te permite conocer a gente sensacional y también conocer políticos para equilibrar. Te ayuda a relacionarte con los múltiples niveles de una sociedad tan profundamente injusta como es la latinoamericana y además te permite la práctica de la escritura en condiciones difíciles que suelen terminar en tu contra, pero en las que tienes oportunidad, en ocasiones, de intentar la literatura. Entonces al periodismo le estoy agradecido.”

Aunque practica otros géneros, como el artículo de opinión, la entrevista y el reportaje de fondo, es, ante todo, un cronista. O, si se quiere, un ensayista que utiliza la crónica como vehículo de comunicación. Sus textos han modificado la forma de escribir en el periodismo mexicano y han dado a la crónica un lugar privilegiado. A diferencia del Nuevo Periodismo estadunidense, usualmente no redacta en primera persona. Recurre al sarcasmo y la ironía. Contextualiza el acontecimiento. Su prosa está cargada de años de lecturas, de referencias eruditas, de imágenes cinematográficas que requieren de un lector atento. Recurre con frecuencia a la parodia y al contraste semántico que clarifica el corazón de lo que se quiere informar.

En una prensa donde, frecuentemente, se editorializa la noticia y se opta por escribir sobre el deber ser en lugar de narrar lo que es, las crónicas de Monsiváis recogen y recrean episodios significativos de una historia en construcción, y le devuelven el habla a sus actores, rompiendo el monopolio de la voz de los intermediarios que beatifican o satanizan.

Sus crónicas, además, relatan con frecuencia historias del México de abajo. No es poca cosa. En un país en el que tantos intelectuales padecen de estatolatría, juzgan como existente sólo aquello organizado en relación con el Estado y no ven en la sociedad que se organiza el sujeto transformador, hacer visible la acción de los movimientos sociales, documentar las agresiones que sufren –como él hace–, es ya un hecho informativo de profunda significación.

La crónica es, según señaló al recibir el Premio de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, “una expresión notable del deseo de narrar la cercanía, lo que es local, lo vulnerable y lo invulnerable de la prosa narrativa que describe lo carente de prestigio internacional (...). Las crónicas le imprimen relevancia a la relación hoy volátil entre periodismo y literatura”.

Frente a un periodismo que –como él mismo ha señalado– se ha convertido en un quehacer de profesionales con nula experiencia literaria y “ha convertido las páginas de los periódicos en conversaciones rápidas en un pasillo”, sus escritos, ágiles y analíticos, contextualizan el acontecimiento. Ajeno al hermetismo de la jerga académica, ha inventado un lenguaje original y fecundo.

Pacifista gandhiano, creyente en las leyes, crítico demoledor de la derecha, promotor incansable del laicismo, defensor de las minorías y del derecho a la diferencia, crítico del autoritarismo en todas sus formas, hombre de izquierda, Monsiváis le dice la verdad al poder, al tiempo que da fe de la persecución y el sufrimiento del México de abajo. El periodismo es el instrumento mediante el cual ejerce la crítica social con lucidez y compromiso.

En una época de confusión y de desvergüenza política e intelectual como la que vivimos, Carlos Monsiváis es alguien al que se escucha como guía. Lo es, en primer lugar, por su indiscutible autoridad moral. Sus juicios tienen, con frecuencia, consecuencias políticas importantes.

Es por eso que, más allá de sus indudables méritos, su obra y sus opiniones deben ser ponderadas con el mismo espíritu crítico que él despliega. Por ejemplo, su capacidad para comprender y explicar los orígenes profundos de la inconformidad social es, en ocasiones, amortiguada por un afán moralizador al juzgar ciertos movimientos. Se diría que, ante protestas populares no convencionales –como el plantón de Reforma contra el fraude electoral de 2006–, no está lo suficientemente cerca de la máxima de Spinoza de comprender antes de reír o llorar. Nada de eso, por supuesto, minimiza su enorme estatura ética e intelectual ni, mucho menos, el ejercicio virtuoso del oficio de periodista.
http://www.jornada.unam.mx/2008/05/06/index.php?section=opinion&article=021a1pol



Magdalena Gómez
Atenco: la voz de las mujeres


El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez está presentando un video donde consigna la voz de nueve valerosas mujeres que formaron parte de las múltiples víctimas de la incursión policiaca en Atenco. Los testimonios son pruebas indudables de la brutalidad y se suman a la larga cadena de denuncias sobre la impunidad que rodea estos ominosos hechos, frente a los cuales se ha practicado la política muy salinista de “ni los veo ni los oigo”. Es claro que pretendieron desarticular y para ello criminalizaron al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Por ello Amnistía Internacional ha optado por exigir a las autoridades mexicanas justicia para las mujeres violadas sexualmente por policías, impulsando una campaña desde diversos países; el propio Centro Pro presentó en días pasados una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por tortura física, sicológica y violencia sexual de la que responsabiliza al Estado mexicano, pues en conjunto ninguna de sus instancias y niveles han garantizado la justicia pronta y expedita.

Es de reconocerse el valor de los testimonios contenidos en el video referido arriba; de ellos la CIDH podrá extraer importantes elementos para la investigación y análisis sobre el caso y para las interrogantes que habrá de plantear al Estado y a las instancias responsables en los distintos niveles.

Las mujeres, por parte, exigen justicia y reparación integral del daño por las distintas violaciones que sufrieron a bordo de los camiones de la policía del estado de México durante el trayecto de seis horas desde su detención en el centro de Atenco hasta su llegada al penal de Santiaguito. Lo aberrante es que se ha solicitado a las víctimas que reconozcan a sus agresores, lo cual es absurdo, pues las llevaban con el rostro tapado con su propia ropa y las golpeaban cada vez que intentaron verlos.

La exigencia de justicia se ha presentado en diversos ámbitos. El 25 de enero de este año la ciudadana española Cristina Valls presentó una querella con Women’s Link Worldwide en la Audiencia Nacional Española por los hechos ocurridos en San Salvador Atenco en mayo de 2006. Se denunció tortura, incluida la violación y el abuso sexual.

Sólo una mirada a los saldos de estos dos años puede indicar a la CIDH las nulas garantías internas: están en proceso las denuncias de 14 mujeres ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Relacionados con Actos de Violencia en Contra de las Mujeres (FEVIM), once de las cuales fueron enviadas a la CIDH. Hay 23 casos por violencia sexual en el estado de México, los cuales fueron investigados y respaldados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. A la fecha ningún policía ha sido sentenciado y un total de 21 fueron consignados por abuso de autoridad y actos libidinosos, no por tortura ni violación sexual; de ellos, 15 ya fueron exonerados y sólo seis enfrentan procesos.

Lentamente, y gracias al eficaz trabajo de los abogados, fueron liberados 10 presos de la cárcel de Molino de Flores ante la probada ausencia de suficiencia en los cargos. El 10 de abril, 53 de las 167 personas que se encontraban en libertad bajo caución y con un proceso abierto ganaron un amparo. Aún están presas 16 personas: 13 en la cárcel de Molino de Flores y tres más en la cárcel subterránea de máxima seguridad La Palma; entre éstas últimas figura el líder histórico Ignacio Del Valle.

Como sabemos, el alfabeto de la injusticia no se agota en la “A”: también en Chihuahua, en Guerrero y en Oaxaca hay múltiples casos de mujeres en espera de una reparación integral del daño que el Estado les ha causado, por acción u omisión.

Me detengo en la región de San Juan Copala, donde las hermanas Virginia y Daniela Ortiz, de 20 y 14 años de edad, respectivamente, están desaparecidas desde junio de 2007. De igual forma, se espera castigo a los responsables del reciente asesinato de las jóvenes Felícitas Martínez y Teresa Bautista, quienes trabajaban de locutoras y comentaristas de la radio comunitaria La voz que rompe el silencio.

Cada día es más que evidente cómo la ilegitimidad del actual gobierno se manifiesta de manera fehaciente en las situaciones graves de violación a derechos humanos. Su déficit original le impide vincularse con la noción de justicia porque habría que sancionar a los responsables y éstos forman parte de la red de facturas a cubrir a cambio de las complicidades que se tejieron en 2006. Al parecer están por retirar al representante de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU por los Derechos Humanos en México (El País, 5/5/08), pues al calderonismo le provoca urticaria su actividad consecuente en torno al respeto a los derechos humanos universales.

Como vemos, la agenda es muy amplia; por fortuna los defensores de derechos humanos continúan su tenaz y comprometida labor, sabedores de que México no será democrático mientras se respire un clima de impunidad.
http://www.jornada.unam.mx/2008/05/06/index.php?section=opinion&article=021a2pol

Asalto al PRD

Con la imposición de una dirigencia partidista irregular y cuestionada, consumada el pasado domingo durante la celebración del Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la corriente Nueva Izquierda (NI) condujo a ese instituto político a un nuevo grado de descomposición y descrédito, expresión particular de la crisis generalizada de representatividad que atraviesa el conjunto de las instituciones políticas del país.

Hay, en efecto, un quiebre creciente entre las instancias de poder público y lo que representan, o lo que dicen representar, entre la formalidad y la realidad, entre las siglas y sus contenidos. La fractura se desencadenó a raíz del proceso electoral de 2006, no ha dejado de profundizarse desde entonces, y ha socavado la legitimidad, y no se diga la credibilidad, de la Presidencia de la República, del Instituto Federal Electoral (IFE), del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), de la Procuraduría General de la República, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, por mencionar sólo las instituciones más relevantes.

Habría sido iluso suponer que los partidos podrían mantenerse al margen de la descomposición que impera en el régimen político del que forman parte. El PRD es el primero en el que se refleja la crisis, pero no será necesariamente el único. Ocurre, simplemente, que es en sus filas en donde ha terminado por reventar la tensión que prevalece en todo el país entre realidad y formalismo, entre representados y representantes, entre legitimidad y legalidad.

Ciertamente, la actual catástrofe perredista tiene causas endógenas de larga data; en primer lugar, ha de señalarse la contradicción entre el programa del partido y la praxis acomodaticia, clientelar y corrupta de quienes han ido copando su aparato y han terminado por convertirse en representantes de sus propios intereses en tanto que integrantes de una clase política que, en términos generales, vive de espaldas a las necesidades de la sociedad en general, y de los votantes perredistas en particular.

Aunada al sectarismo proverbial y fundacional que impera en el interior del partido y al divorcio inocultable entre éste y las causas sociales que se propuso canalizar en sus inicios, debe mencionarse la persistencia de prácticas antidemocráticas, priístas en el peor sentido de la palabra, que han hecho de diversos comicios internos del partido un espectáculo deplorable e indignante. El proceso celebrado el pasado 16 de marzo, en el que Alejandro Encinas, Jesús Ortega y otros dos aspirantes se disputaron la presidencia perredista, no fue la excepción, y los desaseos salieron a relucir tanto en las campañas como en la votación y en los recuentos.

La culminación de las irregularidades ocurrió antier, cuando NI, que había dado muestras de apostar a los cauces legales y de estar dispuesta a esperar las resoluciones del TEPJF, dio un golpe de mano y se adueñó de una presidencia partidista que, a raíz del asalto, ha perdido lo que pudiera quedarle de autoridad moral. Cabe preguntarse para qué acudió esa corriente a instancias legales si a fin de cuentas acabaría por imponerse en el partido con una dirigencia de facto.

La toma por asalto de la dirigencia perredista por parte de quienes hace unas semanas se mostraban renuentes a tomar las tribunas legislativas ocurre en el contexto de la ofensiva gubernamental, mediática y empresarial contra los sectores progresistas y de izquierda que resisten los designios presidenciales de privatización de la industria petrolera, el acoso a los sindicatos independientes y los intentos por recortar las garantías individuales y los derechos humanos. En ese entorno, la crisis perredista ha dado un copioso abasto de munición para el concierto mediático lanzado contra el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que encabeza el ex aspirante presidencial Andrés Manuel López Obrador.

La perspectiva de la división es inocultable: si la situación creada por NI no es corregida en los próximos días, quedará, de un lado, un cascarón partidista sin mayor contenido que los presupuestos otorgados por el IFE –otro partido paraestatal, una franquicia más, dedicada a la política como negocio de particulares— y, del otro, un movimiento popular y un universo de ciudadanos de izquierda privados de representación partidaria formal.

Tal probabilidad sería, desde luego, catastrófica para las izquierdas democráticas y pacíficas del país –mucho más amplias que el PRD y más amplias incluso que la trilogía partidista conformada por el Frente Amplio Progresista–, pero no sería, sin embargo, una buena noticia para la administración que encabeza Felipe Calderón Hinojosa ni para el conjunto de la esfera política, la cual, carente de referencias y de canales de comunicación con un importante sector del electorado, acabaría por dedicarse de tiempo completo a las que han sido, desde hace años, sus inclinaciones favoritas: la simulación de democracia y la procuración de intereses privados y, en ciertos casos, inconfesables.
http://www.jornada.unam.mx/2008/05/06/index.php?section=opinion&article=002a1edi