“Esta es una guerra contra los pueblos, contra el movimiento indígena por nuestra posición de dignidad, contra la Minga Social y Comunitaria, contra el derecho de construir desde los pueblos un país sin dueños y en paz. Exigimos que salgan de nuestros territorios y que nos dejen en paz”. Las anteriores son palabras de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, en Colombia, pronunciadas el día 16 de noviembre pasado, después de enterarse de que en la mañana de ese día el automóvil de Aída Quilcué, consejera mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca, la región donde el movimiento indígena colombiano ha avanzado más en la construcción de las autonomías, había sido baleado por elementos del ejército de ese país, en una acción criminal que arrebató la vida a Edwin Legarda, compañero de la consejera indígena.
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