segunda-feira, 12 de março de 2012

Por una nueva organización de los trabajadores - Pablo Gonzáles Casanova


La situación del mundo y del país muestran claras tendencias a agravarse. A la crisis financiera y económica que pesa sobre la inmensa mayoría de la humanidad, se añade la grave crisis ecológica que amenaza a toda la humanidad. Se trata de algo más que la crisis del modelo neoliberal que el capitalismo corporativo impuso tras el golpe de Pinochet en Chile y con los gobiernos conservadores de la Thatcher en Inglaterra y de Reagan en Estados Unidos.

En México la crisis se ha venido preparando desde que las políticas monetaristas empezaron a aplicarse en los años sesenta dando lugar al movimiento de los médicos, y al de los estudiantes y el pueblo en 1968, así como a la insurgencia obrera de los setentas y a numerosos intentos nacionales de resistencia a los procesos de restauración del capitalismo asociado y dependiente.


La crisis se fue preparando con medidas cada vez más contrarias al interés nacional, a los trabajadores, a los campesinos y los ciudadanos. Desde los años setenta hasta hoy el endeudamiento externo creció sin precedente. En los años ochenta se volvieron a privatizar los bancos que eran fuente de altas tasas de utilidades y de inmensos ingresos para la nación. Desde entonces se empezaron a aplicar cada vez más las medidas neoliberales y neoconservadoras que favorecen al capital corporativo en detrimento de la nación. En forma sucesiva se reformó la constitución para acelerar el proceso de contra-reforma agraria. Se acentuó el desmantelamiento del Instituto Mexicano del Petróleo y, cada vez más, el de la industria petrolera y sus derivados. Se descuidó y obstruyó la construcción de las infraestructuras para el desarrollo agrícola y la soberanía alimentaria. Se orientó el uso de los préstamos extranjeros a la compra de alimentos chatarra y de armas y municiones, resolviendo los problemas de sobreproducción de los prestamistas y estableciendo con ellos convenios en que quedaba a su arbitrio la fijación de las tasas de interés. Esas medidas y numerosos tratados o acuerdos como el ALCA el Plan Mérida y sus derivados constituyeron a la vez fuertes sangrías para el pueblo mexicano y sus trabajadores y dieron pie a varios procesos simultáneos: la depauperación de la inmensa mayoría de la población mexicana; la baja de salarios directos e indirectos; el peso principal de la carga fiscal en la población de menores ingresos, la reorientación del presupuesto de egresos a favor del capital corporativo y sus asociados; la disminución y deterioro de los empleos y de los servicios médicos, educativos, de salud pública, y de construcción de viviendas.

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